Deformando el sillin

La expedición ramafloja vuelve a los caminos. Pedaladas de libertad nos llevarán a lugares remotos de belleza singular. Con este espacio pretendemos acercar nuestro viaje a la gente de nuestro entorno a través de fotografías y textos. No pretendemos que sea un exhaustivo diario. Así pues, esperamos que disfrutéis del viaje. Larga vida al ramaflojismo

sábado, febrero 10, 2007

Argentina

Fue llegar a Argentina y aparecer el buen tiempo. No es que las lineas fronterizas trazadas por los caprichos del hombre influyan en la estabilidad-inestabilidad atmosferica. Simplemente llego el cambio. Como dice el otro es lo bueno que tiene el "cambio". Siempre se puede contar con él. Es aplicable esto al estado anímico-depresivo de una persona, como también lo es al tiempo meteorologico.

Libertad añade su anécdota con los gérmenes (perdón gendarmes):
Era un día 17 de enero soleado (y muy soleado) y Libertad y Pablo se disponían a cruzar la frontera Bolivia-Argentina.
¡¡Menudo follón!! Había una cola que llegaba hasta Perú. La espera Libertad pacientemente mientras Pablo aguarda a la sombra con las bicis y hablando sobre tráfico de drogas...
4 horas de cola. Pero terminó y nos sellaron los pasaportes. Entonces le digo al germen a la vista de un cartel que sugería que pidieses el libro de reclamaciones: ¿podría darme el libro de reclamaciones?
_ No hay
_ Perdone pero... ¿podría darme el libro de reclamaciones?
_ Para que!!
_ Pues para poner una reclamación ¿?
_ No se lo voy a dar
_ ¡¡¡Que me de el puto libro de reclamaciones!!! Ahora e para poner dos. No una.
_ Espere un momento.
.......
Y me hace pasar con el germen mayor.
_ ¿Para qué quiere ud el libro señorita?
_ Pues porque me parece una vergüenza que tengan a la gente esperando al sol, con niñ@s durante más de 4 horas. Podrían abrir otra ventana de atención...
_ Señorita... si yo fuese a un país de Europa no se me ocurriría decir a nadie cómo tiene que hacer las cosas.
(Aquí pensé en preguntarle si se sentía inferior... pero me callé)
_ Pues eso es problema suyo. Lo mío es una puta sugerencia. Creo que si lo que hubiese ahí fuera fuesen alemanes en vez de bolivianos... la cosa cambiaría.
_ ¿y ud a qué se dedica señorita?
_ ¿y a ud qué le importa? ¿me deja escribir tranquila?

Pues esa fue mi primer contacto con el escuadrón de gérmenes que velan por la seguridad nacional.

Sigue Pablo
Fueron 13 días de continuo pedaleo, sin un solo día de descanso, lo que nos tomó llegar hasta la localidad de Cachi. Trece días en los que disfrutamos acampando. Trece días de buen tiempo, de felicidad, alegría...

Notamos un cambio en la relacion con la gente. Habia más comunicación. Nos sentiamos más aceptados. Su trato con nosotros era más desinteresado...mucho mejor sin duda que en el resto del viaje. Ese es nuestro punto de vista.


A partir de ahora es Libertad la que escribe
Un día queríamos acampar y preguntamos a este tipo. Salvador es su nombre. Pasamos una noche estupenda tocando la guitarra (él), cantando (él), tomando mate (Pablo)...
Resulta que el tipo era ingeniero forestal y que estudió ordenación de montes con el libro de Alberto Madrigal. Curioso. (Para quien no lo sepa es un profesor de nuestra escuela). Por supuesto de la loca con cara de coballa no sabía nada...
Laguna de los pozuelos
En la frontera, después de cruzarla, conocimos a una pareja de argentin@s de cerca de Buenos Aires. Nos regalaron un mapa cojonudo de Argentina (una guía de carreteras) y nos recomendaron algunas rutas para hacer. Entre otras la quebrada de Humahuaca. A mi me jodía un poco bajar tantísimo de altura porque luego había que volver a subirla... Pero lo hicimos.
La verdad no fue todo lo bonito e impresionante que esperábamos.
Lo que si es cierto es que es muy turístico. Está lleno de argentin@s pasándoselo en grande.
Una noche dormimos en un camping... bueno lo de dormir es un decir. Nos tuvieron l@s jóvenes argentin@s en vela hasta las 6 de la mañanita... Casi me l@s cargo.
Esto es mi pierna. Y no estoy de acuerdo con publicar esta foto. ¿Por qué? Por lo que significa. ¿Y qué significa? Que soy un poco pato a veces y me estrello los platos en la pierna...
Dejamos la quebrada de Humahuaca (que iba básicamente de norte a sur) y nos dirijimos al oeste.
Esta es la cuesta del abra de Lipam. Fue cuesta arriba. Yo conseguí engancharme a un camión durante 6km...
Y llegamos hasta aquí... camino del cielo.
Esta parte fue más sencilla... cuesta abajo.
¿Y qué nos encontramos al bajar...? Un fantástico salar. Un salar que no era tan grande ni de coña como el de Uyuni que no pudimos atravesar en Bolivia, pero que sirvió perféctamente para quitarnos la espinita que teníamos...
Creo que nadie que no lo haya vivido puede imaginar lo que es eso. Y yo no voy a ser capaz de describirlo.
Es una llanura blanca, infinita. El horizonte no llega nunca. Parece que está cerca pero no es verdad.
Tratamos de atravesar el salar en bici porque estaba seco... en su mayoría. A unos (calculamos) 3km del final (creemos) empezó a estar encharcado.
Apreciamos a nuestras bicis y dimos la vuelta.
Menos mal que no les pasó nada.
Pero al dar la vuelta habíamos perdido mucho tiempo y ya no híbamos a avanzar más ese día.
Pedimos permiso para descansar en un restaurante. Nos dijeron que sin problema. Era un restaurante hecho en su totalidad a base de sal: mesas de sal, paredes de sal, suelo de sal,...
Esa noche vimos un cometa que lleva brujuleando por la zona ya días... pero no sabemos el nombre.
Y madrugamos. Porque en el amanecer tenía que estar de la hostia... Y no nos decepcionó:
Y de los salares sacan sal para comer o consrtuir (carreteras, edificios,...):

Todo de sal:


Y seguimos camino. Desde el salar (salins grandes que se llama) nos dirigimos hacia San Antonio de los Cobres.
Fue aburrido, caluroso, por muy mala pista...


Nos encontramos con este chucho formando parte de la pista. Un asco, pero a Pablo le gusta publicar este tipo de fotos.


Como el camino fue tan malo tuvimos dudas de por dónde continuar.
Teníamos la opción de dirigirnos hacia Salta (la capital de la provincia de Salta) por un camino muy turístico que va paralelo a la vía del tren que mayor altura coge de américa: el tren de las nubes.
Y la otra opción, la que escogimos, era subirse un puerto del copón que está cerrado al tráfico porque es imposible transitarlo... el río se come el camino en numerosísimas ocasiones.
Este nevado que se ve al fondo es el Acay, y el puerto se llama abra del Acay


Este cartel irónicamente indicaba que a partir de aquí, nadie cuerdo se atrevería a atravesarlo...


Y arriba del todo nos encontramos con unas pintadas del Dr. Hofmann... El que tiene las plantillas por madrid tan guapas... el que viste y calza. Nos imaginamos que era bicicletero porque le hemos visto en el envés de muchas señales...


Y un poquito más cerca del cielo...



Quien sube... baja


Estos dos merecen una entrada aparte pero ya la haremos.

Son porteños (de Buenos Aires). Viajan a dedo (como todo el mundo por aquí), y según ell@s no habían pisado el monte en su vida.
Pero están loc@s .
Se encontraron con que querían llegar a un pueblo a 70km del que estaban, y que nadie iba hacia allá. Ni coche ni colectivo ni nada. Que para llegar motorizad@s tenían que recorrer 250km en vez de 70.
Y pensaron... ¿Por qué no los hacemos andando? Llevamos comida en la mochila y listo.
Pues tardaron 5 días en cruzarlo. Se encontraron con un inglés en bici que les dejó 3 litros de agua en la cumbre, con otros dos argentinos en bici que les llevaron la tienda de campaña unos kms, y con nosotr@s , que les dimos comida.

Sabemos que llegaron bien y que lo celebraron como manda la norma: con mucha cerveza.

Pues lo que os decía... que el camino estaba destruído. Hubo que descalzarse y cruzar las bicis a pulso en más de 15 ocasiones...

Y os digo que fueron 30km de bajada, pero que han sido de los más duros que hemos hecho.

Pero merecieron la pena.

Florecitas del campito

El Abra de Acay es el principio de los valles Calchaquíes. Nos encantó.

Y entre pitos y flautas llegamos a Cachi.

Esta es la gentuzilla con la que compartimos el fabuloso centro de jubilados de Cachi.Las tres chicas viajaban juntas pero el resto no se conocían. Gente de muy buen rollo.

El de la derecha del todo era el más pieza (sin ofender al resto que eran la leche). Se llamaba Carlos y era de Coo_órdoba. Y es que l@s de Coo_órdoba tenían un acento muy gracioso.

Josefina le decía: "no te entiendo boludooo!!!"

De derecha a izqda: Carlos, Nico, Dani, Jose, Nadia, Libertad y Pablo.

Con ell@s compartimos un asado argentino. Con ell@s y con las moscas. Hubo que ponerles trampas por la mesa para que dejasen nuestros platos.

Bolivia

Bolivia fue un poco decepción. No pudimos hacer lo que quisimos porque hacía muy mal tiempo. Lluvias constantes, cielo encapotado… Y tampoco con la gente nos entendíamos.
Pero por supuesto lo pasamos bien.
Salimos de La Paz en bus hasta otra ciudad importante que se llama Oruro. Está a 200 km de La Paz y lo hicimos en bus porque era una carretera aburrida y con mucho tráfico. Allí seguimos con la bici.
Fueron unos 300km bonitos hasta que llegamos a Potosí.

La historia fue muy dura con esta ciudad. Tienen un cerro llamado “cerro rico”. Los españoles en la época de la conquista descubrieron que este monte tenía mucha plata y que había que sacarla a base de vidas de indígenas.
Y así se hizo.
La ciudad huele a azufre. Es un poco gris (vale… también estaba nublado).
Mueren en las minas a día de hoy unas 2 ó 3 personas ¡¡a la semana!!
Una locura.
Lo más chistoso de todo es que hay tours organizados que te llevan a las minas y puedes ver cómo trabaja allí la gente… ¡¡hasta puedes hablar con los mineros!!
¡¡¡YUPIIIII!!!

Antes de llegar a Potosí pasamos por los sitios que se ven en las siguientes fotos.
Entre otros sitios visitamos unas aguas termales.


(esto no lo puede leer mi madre) Cuando hay puertos grandecillos (o pequeñillos) y pasa algún camión muuuuyyyy despacio, esprinto y me engancho. En esta ocasión fueron sólo 400m pero a veces me han subido varios km


Os comentábamos que en Perú y en Bolivia no nos entendemos con la gente.
Un ejemplo:
En La Paz no tomamos una cerveza (la segunda del viaje) y se nos juntó un Boliviano de Potosí. Iba más pedo que Alfredo.
Conversamos con él. Bueno… Pablo intentó conversar con él. Yo no le aguantaba.
Hablamos sobre las minas. Él había sido minero en Potosí. Un accidente laboral le dejó una cicatriz en el dedo.
Decía que le invitásemos a una cerveza. Por supuesto no lo hicimos (no pueden pedirte que invites…era un poco jeta). Nos dijo que él no tenía plata. Que nosotr@s éramos gring@s y que teníamos dinero.
Entonces saltamos.
Le preguntamos que si él en la mina ganaba mucho dinero
_ No. Soy y he sido pobre siempre
_ ¿Y quien gana el dinero que tú produces? El dueño ¿no?
_ El dueño de la mina
_ Ya… Pues en mi país también hay "dueños". ¿Por qué te sientes más identificado con tu jefe (que te explota y se enriquece a tu costa) que conmigo? Nosotr@s en nuestro país no somos ric@s . Si que es cierto que el mundo es muy injusto y gracias a ello nosotr@s podemos viajar por aquí mas fácilmente. Eso es injusto.
Pienso que tú y yo podríamos tener más en común que tú con tu jefe, por mucho que él sea Boliviano y yo gringo… - todo esto lo dijo pablo sirviéndose la cerveza en el vaso-
_ Ya pero mira tu cerveza… tiene mucha espuma. Eso significa que tienes plata.

En fin.

Aprendimos cosas. Nos dijo que si estos países iban mal en gran parte era porque nadie pagaba impuestos. Todo se hace ilegal. Nosotros matizamos que también puede que vayan mal porque el motor del mundo tal y como lo conocemos hoy es la desigualdad. Sin esa desigualdad, la bestia se muere.

Bueno… hasta Potosí la pista fue asfaltada. Desde allí y por unos 200km hasta que llegamos a Uyuni, la pista fue sin asfaltar. Esto significa que si llueve, se embarra, y que si no ha llovido, los coches levantan polvo. De todas formas, llueva o no llueva la carretera está llena de baches. Una foto vale más que mil palabras:


Que la pista no esté asfaltada también significa que te encuentras más en armonía con el paisaje. Que te sientes integrad@... En fin… que estás más feliz.
El paisaje también fue bonito.
En esta carretera nos encontramos con 3 grupos de moter@s:
Uno de California que salió de su casa en moto hacia Usuahia (Patagonia-Tierra del Fuego) con la idea de llegar hasta allí y volver también en moto.
Una pareja de alemanes que pasaban así las vacaciones (un mesecito). La chica decía que quería ir a Irán, y el tipo decía que cuando las ranas tengan pelo (no por cuestiones políticas-raciales-religiosas ni nada de eso).
Un tipo de Sudáfrica que hablaba muy bajito. Éste se recorría Sudamérica en espiral.

En el camino había un pueblo, y en el pueblo una iglesia. La iglesia perfecta para pararse a su sombra a descansar…
Pues no opinaba lo mismo un mocoso.
Nos dice que estaba prohibido descansar ahí en la iglesia.
Mi cabreo fue monumental. Le dije de todo (sin insultar). ¿Para qué está una iglesia si no es para el descanso? De hecho no estábamos dentro de la iglesia sino a su sombra. ¿Me puedes dar esa ley por escrito? Es que no me lo creo…
Pablo, más diplomático, me dijo que me callase. Que no nos costaba nada largarnos a otro sitio.
Menudo capullo (el mocoso).


Nos pilló una tormenta del requetecopón


En estas que llegamos a Uyuni. Un pueblo muy muy muy turístico. Está al lado del salar que lleva su nombre. Un salar es una extensión de sal. Este salar tiene 250x150 km2. Es tochísimo.

Aquí es donde vino la decepción de Bolivia. Lo que nos quedaba de Bolivia era la joya de la corona. Era lo que más nos inspiraba de todo el viaje. Y no pudo ser. Había empezado a llover dos días antes (después de 10 meses de sequía).
Después de dudar mucho decidimos pagar un tour en coche. A tomar esta decisión nos ayudó el hecho de que nos encontramos con Annette, una ciclista alemana que ya conocimos en nuestro camino hacia Ecuador a por las cámaras. Esta supermujer lleva 20 meses en la bici. Empezó en Florida, cruzó los estates, América Central, Colombia, Perú, Bolivia y ahora sabemos que está en Argentina y que piensa acabar en Buenos Aires.


Pues ella lo hizo en coche y dijo que no estaba tan mal. Que con el tiempo que hacía no le apetecía. Que después de 20 meses ya está cansada.
Bueno. Pues efectivamente no estuvo tan mal. Fuimos ya concienciados de lo que era un tour, nos resignamos y lo disfrutamos todo lo que pudimos.
Además la gente con la que compartimos el coche era muy maja: dos argentinas y un brasilero.



Vimos el salar. Si está seco es impresionante. Pero mojado es la hostia. Parece que caminas por la luna o por el cielo o qué se yo:
Desierto de piedras:

Desierto sin más:

Picachos increíbles:


Laguna colorada. El color es por las algas. Cuando hay viento las agita, y con la luz se ven rojas. Lo blanco es bórax:



Géiseres:

Laguna verde:

Flamencos:

Y vuelta a Uyuni.
Estuvo lloviendo tanto en esos días que la carretera que nosotr@s teníamos que coger estaba cerrada. Ni buses ni coches ni a pata ni por supuesto en bici. Sólo el tren podía llegar.
Y un cristo conseguir un billete.
Y encima venden asientos duplicados, y nos tocó ir de pie 3 horas, después de más de 24 horas sin dormir. Pablo casi se abre la cabeza cuando inevitablemente se quedó dormido de pie.
En fin… Ese viaje no se lo deseo a nadie.